miércoles, julio 25, 2012

Necesitamos Ingenieros…

Este verano, buscando actividades para mis hijos, me he topado con algunas iniciativas que me han sorprendido y encantado a la vez. Una de ellas, un campamento tecnológico (http://campustecnologico.innovae.com//), se ha desarrollado en Madrid durante una semana, para jóvenes entre 8 y 16 años, y que busca, con una componente lúdica importante, suscitar vocaciones tecnológicas entre los chavales. Y este, no es un tema baladí. Hace ya tiempo que las escuelas de ingeniería, lejos de la moda que pasó hace ya años, no se llenan. Hay muchas razones: falta de vocación tecnológica (real), salidas profesionales con bajos salarios iniciales (esto está cambiando), sobre-exigencia, etc. Y esta falta de ingenieros, repercute luego en la escasez de proyectos sólidos de creación y desarrollo de empresas de base tecnológica. Tiene tanto calado este tema, que es muy posible que una parte importante del impulso que necesita nuestro país para salir de la crisis, dependa de este punto. Sin ingenieros, no hay empresas de tecnología. Y de otros sectores, igual. La razón: las empresas, para ser competitivas y duraderas en el tiempo, precisan de desarrollar ventajas competitivas sostenibles, y eso es tecnología e innovación, que puede ser de muchos tipos (de producto, proceso, distribución, etc.). Y es cierto que la patente de corso de la innovación no es sólo de los ingenieros, aunque sí forma parte de su DNA. Un ingeniero vocacional, ingenia, desmonta, aprende, sugiere mejoras, junta piezas e inventa. Y eso, se aprende de pequeño.


Siempre me ha preocupado la falta de curiosidad por el “interior” de las cosas que tienen nuestros jóvenes. Cuando se rompe algo, siempre es “Papá-Ingeniero” el que la arregla. Y no es tan complicado, es curiosidad, pasión por entender cómo y porqué del funcionamiento de todo, y de enfrentarse al reto constante de arreglar de todo, sin saber muchas veces por dónde empezar… Y eso se aprende de pequeño.

Cuando tenía 10 años, alguien nos regaló a mi hermano (Ingeniero también) y a mí una colección de libros que tenía el sugerente título de “Cómo y porqué de las cosas”. Y lo devoramos, e inventábamos todo tipo de artilugios, sobre todo en verano, que ya forman parte de nuestros recuerdos. Nuestros jóvenes no tienen ese tipo de verano. Participan en un montón de actividades organizadas, sobre todo deporte, pero hemos olvidado aquellos veranos en los que intentábamos construir un kart con cuatro piezas para lanzarnos por una cuesta interminable, o la construcción de barcos de madera para hacer carreras en el torrente, o esas cabañas encima o debajo de un árbol… Y eso, lo aprendimos de pequeños.

Por todo esto, al ver este campus tecnológico, y otros que se han lanzado este verano (http://camptecnologico.com/wordpress/inicio/), he pensado en promocionar y darlos a conocer, y sobre todo, en impulsar iniciativas de este tipo. Si no creamos miles de empresas, no saldremos de la crisis. Y todo será más fácil si tenemos miles de ingenieros creando e impulsado proyectos de todo tipo. Y para ello, necesitamos suscitar muchas vocaciones de ingenieros…

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