viernes, enero 18, 2019

El Día D y la defensa automatizada

El 5 de junio de 1944, a las 21:45, la BBC de Londres transmitió, en su emisión continental, el mensaje con el que avisaba a la resistencia francesa de la invasión aliada del día siguiente, el Día D. El famoso poema de Paul Verlaine "Los largos sollozos de los violines de otoño, hieren mi corazón con monótona languidez" era la señal que esperaban.


Erwin Rommel, comandante alemán del Muro del Atlántico, sabía que debía actuar muy rápido, casi de forma automática, ante cualquier intento de invasión aliada. Su estrategia era destruir al enemigo antes incluso de que pisara la arena de la playa en la que desembarcara… Y sabemos que no tuvo éxito en sus propósitos: la defensa alemana no estaba desplegada como pretendía Rommel, y la operación aliada del Día D, triunfó.
Algo así pasa con nuestras defensas cibernéticas.  Creemos estar preparados, y subestimamos a nuestros atacantes tanto o más de lo que sobrevaloramos nuestras capacidades defensivas. Como ya sabemos, la desconfianza y la paranoia son buenos aliados del CISO, pero también un buen despliegue de nuestras defensas, tal y como pretendía Rommel. La defensa en profundidad que propugnamos en Sonicwall, preparada para prevenir, detectar amenazas de tipo desconocido, y reaccionar de forma automática, es una infraestructura hoy muy necesaria para prepararnos para este malware virulento y sofisticado en el que viviremos de ahora en adelante, probablemente sin ningún tipo de tregua ni cuartel.
Esta defensa en capas debe incluir varios elementos fundamentales para poder detectar y responder de forma adecuada a los peligros que nos acechan. El primero de ellos es una plataforma integrada Cloud, como punto único de gestión de la seguridad de la empresa. Un “single pane of glass”, algo que nos permita gestionar de forma centralizada la infraestructura de seguridad y con visibilidad de todo lo que sucede en ésta. A continuación, una inteligencia artificial central, que aprenda de las amenazas y tome las medidas correctas en cada caso. Y no sólo basada en patrones, sino también en conducta, para poder detectar, categorizar y aprender nuevo malware de carácter desconocido. Y este análisis del posible malware, no sólo debe realizarse de los ficheros, en estructuras “sandbox”, sino también de las piezas de software que se ejecutan en memoria, para descubrir y bloquear malware como Meltdown, Spectre y ForeShadow antes de su ejecución.
Otra pieza fundamental de esta arquitectura es el firewall, con su capacidad de análisis y localización de amenazas embebidas en el tráfico cifrado (ya más del 70% en internet). Sin esta funcionalidad desplegada, nuestro potente cortafuegos deja de tener sentido y se transforma en un convidado de piedra, sin poder hacer nada ante todo lo que pasa ante sus ojos.
La protección del endpoint o puesto de trabajo es otro de los elementos clave, sobre todo en estos tiempos en los que dicho endpoint se encuentra muchas veces fuera de la protección de la red interna, a merced de todo tipo de phishing y malware combinados en ataques muy efectivos (ransomware es un buen ejemplo). Los antivirus clásicos basados en modelos conocidos han perdido efectividad, más de 60 millones de virus catalogados tienen la culpa, hay que pasar a un modelo basado en comportamiento, ligero y efectivo.
Finalmente, otras piezas necesarias son también el Web Application Firewall (WAF), orientado a proteger aplicaciones de negocio críticas (y “legacy”) abiertas al exterior, y los CASB (Cloud Access Security Broker), para la protección de los usuarios y la información de la empresa residente en la nube.
Toda esta arquitectura ayuda a construir una defensa en profundidad en capas, orientada a proteger a todo tipo de organizaciones, grandes, medianas y pequeñas, proporcionando la capacidad estratégica que buscaba Erwin Rommel en ese lejano 1944 de reacción de forma inmediata y automática a cualquier amenaza, antes de que el desembarco se consolide y se constituya en un verdadero quebradero de cabeza.
Y es que ya lo aventuraba Linus Torvalds hace varios años, de forma profética: “el tiempo de las soluciones sencillas a problemas sencillos pasó, en tecnología y seguridad…”