Pero todo esto es posible porque hay un "suelo", una tecnología que hace de vía o hilo conductor de toda esta revolución en la que estamos metidos hasta el cuello. Y esta tecnología debe ser fiable, segura, y estar siempre disponible, 24 x 7. Hablamos de las diversas fases de cualquier proceso, desde la capa física (dónde está ubicado todo), la de red (vital, en este mundo multiubicuo), las aplicaciones, los datos, y la inteligencia que, poco a poco, va conectándolo todo para exprimirlo y dar nuevos frutos, alumbrando nuevas posibilidad y modelos de negocio.
Y el responsable de toda esta fiesta, es el CIO. Tradicionalmente los CIOs han estado bajo el paraguas de finanzas, como un coste más a asumir por la organización, y a minimizar (sobre todo en estos últimos años de crisis). Y los CIO han aprendido a hacer más con menos, a aprovechar y exprimir los recursos para maximizar los resultados, con poquito OPEX y ningún CAPEX.
Desde IT, se diseña y pone en marcha gran parte de los mecanismos que posibilitan la omnicanalidad y la relación con los clientes, así como el diseño de los sistemas de análisis de datos y la construcción de herramientas de inteligencia de negocio.
Por último, en la puesta en marcha de nuevos negocios, la tecnología es clave: cuánto costará, cómo escalará, qué será posible hacer y a qué coste, qué es mejor no abordar, qué fases, etc. El rol del CIO cobra un gran papel en la construcción de Business Plans de nuevos negocios o áreas de inversión de futuro de la organización.
Por todo ello, el CIO debe reescribir sus funciones. Su reporte debe ser más directo al CEO, y debe existir una excelente y fluida relación entre ellos, porque el negocio depende de él. Nunca hasta ahora, el IT había sido tan crucial. Y, tal como va todo, aún lo será más. CIO y CEO deben trabajar juntos como nunca. El futuro de las organizaciones depende de ello.